jueves, junio 24, 2010

ALGUNAS HEROÍNAS DE MI VIDA










Como ya dije en alguna ocasión, varias han sido las mujeres que a lo largo de mi vida han protagonizado escenas emanadas de mis fantasías sexuales. No empezaré desde mi niñez porque la verdad, es que si tuve alguna, no me acuerdo de ella, salvo el de mi prima. También es verdad que algunas fueron mujeres vistas por la calle o de casualidad y que me dejaron su fragancia sensual.
Por ello, sólo voy a hablar de algunas que en algún momento de mi vida me hicieron sentir en mi propia intimidad el deseo y la excitación. Es curioso, pero jamás esos deseos fueron el de poder hacer el amor al estilo convencional. Siempre fueron protagonistas de historias de dominación. A veces pienso que tengo tan metido en mi piel la sumisión, que lamento profundamente que aquélla no sea una más de las fuentes de mi pasión sexual, sino casi la única exclusivamente. Ya quisiera yo poder excitarme viendo una escena de cama de película porno como casi todo hijo o hija de vecino. Pero, desgraciadamente para mí, no existe mayor altura de sensualidad que el sentirme postrado ante una mujer, en diferentes formas, maneras y escenas.
No voy a dar nombres por respeto hacia todas ellas, pero las identificaré con las iniciales. Si alguna vez esas mujeres llegan a enterarse, sólo les pediría comprensión, ya que siempre hubo respeto y cierto grado de cariño, ternura o amor hacia ellas. Espero, por ello, no sentir el desprecio algún día de ninguna de ellas. Quisiera que se lo tomaran como ídolas que tuvieron en mí a un fan incondicional, que soñaba y se excitaba con ellas, y las adoraba en silencio (creo que a muchas mujeres les gustaría que alguien sintiera por ellas el deseo y la pasión que yo sentía, incluidos cuerpo y espíritu). A lo mejor me llevaba hasta alguna sorpresa con alguna de ellas, en el sentido de que deseaban o desean encontrar en su vida algún hombre que las adore como diosas y sientan por su cuerpo tanto deseo que llegara a ser insoportable para un hombre. Pero quiero decir a colación de ésto, que jamás fui infiel de hecho a la que fue mi esposa durante tantos años, ni a mi pareja actual. Pero mi mente, ni la de nadie puede ser fiel, porque es imposible de controlarla. Por eso, a veces pienso que soy un frustrado por tanto soñar y tan poco o nada llevar a la práctica. No es justo que la gente piense que como tengo esos sueños con mujeres, soy una persona infiel. Repito que jamás lo he sido. Pero mis sueños ni los de ningún otro ser humano, sean en el nivel que sean (incluso sexual) pueden ser encerrados ni esposados.
Seguramente alguna podrá quedárseme en el tintero de mi Alzhaimer, pero intentaré no olvidarme de las más importantes para mí. Las hay que conozco mejor y otras menos. Las hay dentro de la familia y fuera de ella. Las hay a las que aun veo y a otras les perdí el rastro, aunque quedan en mi memoria. Algunas reunen muchísimas cualidades acorde a mis gustos en el aspecto físico y en el carácter; otras no las reunen mucho, pero de alguna u otra manera me han excitado sin saber por qué. A lo mejor no son muchas, pero para mí han sido las heroínas de mis "películas" mentales sobre mi dominación. El orden no implica un mayor o menor protagonismo en mi vida. Van saliendo a medida que mi memoria las saca a la luz. Alla va.
Compañeras de un colectivo en el que estoy desde hace años, como Cr,. Do., Ma., Vi., Su., han sido protagonistas de algunas de mis historias. La más antigua, y que no perteneció a este colectivo actual, fue Pu del C.. Una mujer de carácter, no del todo guapa, pero que solía utilizar unas botas que, para la época en que la conocí (hace ya casi 35 años), daban vértigo. Y encima, como hablaba alemán, nos enseñaba la pronunciación de las obras alemanas. Y esas escenas donde yo soñaba con tirones de orejas, estar de rodillas ante ella por fallos cometidos en la pronunciación, y besarle sus manos y botas para suplicar su perdón eran constantes en esa etapa de mi vida.
De las actuales, destaco sobremanera a dos: Do., y Cr. Con la primera tuve muchísimas fantasías de sumisión. Es una mujer de carácter, temperamental, agresiva en el buen sentido y con dotes de mando. Y un cuerpo escultural. Prototipo de diosa griega (sobre todo cuando se pone las trenzas africanas que tan bien le sientan). Tuve innumerables sueños con ella: yo era su esclavo que la abanicaba mientras ella yacía en una lujosa hamaca tostando su hermoso cuerpo desnudo al sol. La veía muchas veces ataviada con conjuntos de braga y sujetador de mallas o lentejuelas, como las guerreras de los comics, donde aplastaba con su espada a los enemigos; los cuales, vencidos, se postraban ante ella suplicando clemencia. No la veía precisamente con atuendos de cuero o látex, ni con fusta, ni con botas (también es verdad que las utiliza poco por sus delicados pies). Era más bien la guerrera, la diosa griega, la diosa vikinga. Otro de los sueños que tuve con ella era el de sentarse en mi cara (facesitting) mientras hablaba con el móvil con sus amigas, al tiempo que que controlaba con un mínimo movimiento de su hermoso culo, mi respiración. Tenía en su mano el poder de darme o retirarme el aire necesario para respirar (smothering). El problemilla que tengo con Do. es que ahora es mi pareja, y con la que me siento muy feliz como hombre. Pero sucede que desde que es mi pareja estas fantasías han disminuido bastante en cantidad e intensidad. Pero este es un tema sobre el que intentaré reflexionar en posteriores capítulos de mi vida.
Con Cr. he sentido siempre una atracción especial. No se parece en nada a Do. en el aspecto físico, aunque creo que tiene bastante carácter, aunque lo la conozca en profundidad. Tiene un culo pequeño, pero respingón, y los sueños que he tenido con ella ofreciéndome como silla para sentar sus posaderas han sido soberbios. Sobre todo, una escena que repite mucho mi mi mente es que yo estoy en un cine sentado en el suelo, pero con la cabeza en la butaca, y ella llega y se sienta sobre mi cara durante toda la peli. Ríe, habla, se carcajea de la película, pero me ignora totalmente. Soy como un elemento más del mobiliario del cine al que no se le da la menor importancia. Y como buen sumiso, esa indiferencia me pone a tono. Y encima, para mayor humillación, he de pagarle al final de la sesión, por haber tenido el honor de elegir mi cara para sentar su hermoso y real culo. Es humillante, verdad? pero así son mis sueños. Me humillan, y encima debo pagarles, para mayor degradación mía. El protagonista masculino podía ser yo, o algún alto jefe del colectivo, el cual pagaba sumas considerables de dinero por hacerle de sillón de cine como yo, o poder besarle sus botas y lamer sus suelas durante toda la duración de la película, o hacer de su cenicero humano con mi boca para echar las cenizas de sus cigarros.
También era el prototipo de mujer que con prendas de cuero y látex podría ser de escándalo. Podría quitarle la respiración a cualquiera. Y así, de esa manera, la soñé muchas veces. A veces la veo con una minifalda vaquera, medias negras y unas botas de media caña, casi botines, de color vino en piel de serpiente o cocodrilo que cada vez que se las veo puestas, me dan ganas irrefrenables de echarme a sus pies para besarlas y lamerlas. ¿Se imaginan?; me tomarían como un loco, me echaban del colectivo y me recluían en un psiquiátrico. Pero es una de mis musas como dómina, y no lo puedo evitar ni remediar por más que yo quisiera.
Con Vi. no he tenido tanto contacto, pero es una chica a la que considero muy especial. Es un encanto de mujer: es sencilla, afable, leal, buena, desinteresada, y que deja una huella especial con su sonrisa. Es de esas mujeres a las que especialmente deseo que las cosas le vayan bien en la vida, porque se lo merece. Tiene un rostro cándido y virginal, y quizá sea por eso por lo que me la imaginaba transformándose cuando llegaba a casa en una tigresa dominante deseosa de hacer sufrir a los hombres y someterlos a su voluntad. Es una chica muyyyyy especial.
Con Su. tuve unas pocas fantasías, sobre todo por los atuendos que lleva a veces: cuero, botas, lycras...; aunque para mi gusto muchas veces no le sientan bien a su cuerpo. Ni tampoco es una persona a la que en la actualidad le tenga mucho aprecio. Creo que ha cambiado. Siempre la recordaré como la niña cándida que conocí hace 30 años. Ahora es ya una mujer, pero, como dije, sólo me atrae por su vestimenta.
Otra persona especial es Ma. Durante diversas etapas de mi vida intimamos, convirtiéndonos en algo más que compañeros de colectivo. Nos contábamos nuestras penas y sueños. Pero es como si tuviera una doble personalidad. Por momentos puede ser encantadora y atrayente; pero en otros, se convierte en una mujer fría y arrogante. Físicamente es una mujer bastante gruesa, no del todo de mi gusto, pero a veces he soñado con ser su sirviente en su casa, a la cual fui alguna vez para cenar o hablar y pasábamos momentos muy distendidos, y espero que buenos para ambos. Siempre tenía con ella el mismo sueño: estando yo en su casa, me cogía in fragante besando unas botas suyas que estaban en la casa. Y, bajo amenazas de contárselo a todo el colectivo, tuve que convertirme en su sirviente doméstico. Le hacía la comida, limpiaba la casa, etc. Y siempre estaba atento a su llegada para, de rodillas, ofrecerle en la puerta sus zapatillas. Se echaba en el sillón y me ordenaba masajearle sus pies para relajarlos. Me los pasaba por mi cara, por mis labios; y yo debía resistirme a la tentación de besarlos porque si no me acachetaba. De vez en cuando me premiaba sentándose sobre mi cara y yo debía lamerle el clítoris hasta que ella se corría en mi boca. Debía tragarlo todo y dejarla bien limpia a lengüetazos. Después me obligaba a masturbarme mirando para ella, que estaba vestida con ropa interior, y debía suplicarle que me dejara penetrarla. Lógicamente no me dejaba. Y cuando estaba a punto de correrme me obligaba a parar, con el sufrimiento que eso conlleva. Oía sus carcajadas ante mi degradación. Se dormía en su cama, mientras yo me tumbaba a los pies de la misma, esperando el amanecer, para iniciar otra jornada de sirviente doméstico.
Como tampoco soy persona de muchas relaciones y amistades, lógicamente las musas que inspiraron algunas de mis fantasías sumisas ni fueron ni son muchas. Dentro del campo de lo que podríamos denominar amistades, existe una que, sin llegar a existir una relación profunda, creo que siempre ha existido entre nosotros una línea de fácil comunicación. Le tengo mucho respeto, y como es casada, no voy a dar ni las iniciales. Es rubia, de pelo más bien corto; con un cuerpo que me gusta y unos pies que me parecen hermosísimos, incluidos cada uno de sus dedos. Tiene un caminar elegante y viste siempre apropiadamente. Es una mujer a la que considero de mucho carácter, dominante: le gusta que las cosas se hagan según sus deseos; y creo que no soporta bien que se le lleve la contraria. Vamos, aparentemente una dómina en toda regla. Su único defecto es que parece que no siente o padece como mujer. Lo digo porque a pesar de nuestras conversaciones, algunas a solas, jamás me ha dado ningún indicio de sus sentimientos para con su marido. Jamás me ha hablado de sus ilusiones como ser humano, de sus sueños, de sus padeceres o carencias ya sea a nivel afectivo o sexual. En referencia a lo que es ella como persona, es una completa desconocida para mí; y creo que para la mayoría de las personas que la conocen. Sinceramente me gustaría conocerla mejor en ese ámbito, para poder ayudarla o simplemente para saber que estoy hablando con una mujer en toda su plenitud.
Una vez la invité a una función de un espectáculo en el que yo actuaba; y al finalizar la llevé en el coche a su casa. Lucía un traje de falda y chaqueta precioso. Estaba guapa y muy sexy, con unas piernas de ensueño. Era el prototipo de ejecutiva que todo lo que se proponga lo obtiene. Y en esos momentos, y vestida así, me daban ganas de ser su empleaducho, que le rogaba de rodillas que no le despidiera. Y ella se mofaba de mí, me hacía lamerle los tacones de aguja de sus hermosos zapatos. Me ordenaba quitarle con mis labios sus medias, a fin de que éstas no se rompieran por mis dientes, y posteriormente me ordenaba besar cada uno de los hermosos dedos de sus pies. Y yo me sentía en la gloria.
A veces en mi presencia, se enfadaba con su marido, y yo me imaginaba a éste y a mí siendo los sirvientes de ella en su casa. Ambos estábamos a cuatro patas en su casa, con el collar de perro puesto; y esperando a ver quién elegía ella para darle su primer masaje de pies de la mañana, o poder hacerle el desayuno y llevárselo a la cama. Ella estaba allí con su ropa interior de seda, y con una mano elegía a un esclavo o a otro para hacerle de silla mientras ella se arreglaba en el tocador. Nos tiraba al suelo los pizcos de su desayuno y ambos teníamos que lamer el suelo para tener el honor de comer algo que ella había tocado o que se hubiera salido de su boca. Incluso su marido y yo nos peleábamos a escondidas por ser el primero en recibir en nuestra cara su dulce y caliente néctar dorado. Había incluso sueños en los que, para deleite y divertimento suyo y humillación nuestra, debíamos el marido y yo tener ante sus ojos relaciones homosexuales. No me considero homosexual, por cierto. Pero para alguien que no lo es, el que lo fuercen a uno a realizarlo se convierte en una humillación y degradación absolutas.
Otra amiga es Fa., aunque hace bastante tiempo que nos perdimos la pista. Pero a ella he de agradecer eternamente dos cosas: que no era todo lo feo que yo me consideraba, y que las fantasías sexuales que pudiese albergar o desear no constituían nada malo. Yo le conté algunas mías, y ella me contó alguna suyas. Yo las mantengo en el mismo secreto que espero mantenga las mías. Me hizo ver que en la sexualidad, todo lo que sea consensuado es válido, y no algo sucio. Me hizo ver que las mujeres también tenían sus fantasías eróticas, y que deseaban sexualmente al género masculino. Para mí todo eso era nuevo. Nunca pensé que una mujer pudiese desear sexualmente a un hombre, aunque estuvieran casados. Pareceré un necio, pero yo pensaba que esos deseos irrefrenables eran propios de los hombres y que las mujeres sólo cedían de una manera más o menos diplomática a esos deseos. Un beso fuerte para ella, porque la ayuda que me brindó después de separarme fue mucha, y gracias a ella mi autoestima creció algunos enteros.
Del trabajo, sólo mencionaré a dos mujeres. Una fue compañera mía en el sur. La verdad es que no recuerdo su nombre, pero tenía un cuerpecito y una cara que me gustaban. Cómo trabajábamos en el sur, mis fantasías eran ambientadas en esa zona. A veces me la veía en bikini tentador, fusta en mano, bajando por las escaleras de un dúplex. Bajaba despacio y yo le suplicaba que me dejara besarle los pies y el suelo por donde pisaba. Muchas veces íbamos a la playa. Yo cargaba todos los bártulos un poco por detrás de ella. Todos se fijaban en su bikini seductor. Al llegar a un lugar lejos de la gente, ella me ordenaba colocar todo: nevera, sillita, sombrilla, mesa, etc. Posteriormente me ordenaba que hiciera un hoyo lo suficientemente profundo para que yo me enterrara, dejando sólo al descubierto mi cabeza. Todo esto lo hacía yo solo, mientras ella se tostaba al sol y bebía un martini. No se me permitía beber agua ni comer.
Al llegar las horas duras de sol, mi cabeza se achicharraba mientras mi cuerpo enterrado estaba totalmente inmovilizado, incluido el cuello. Sabiendo que yo me moría por un poco de agua, ella se acercaba a mí, y después de preguntarme graciosamente si quería un poco de agua, ella cogía agua de la nevera y la vertía por sus pies para refrescarlos. Estaba tan cerca que algunas gotas podían caerme en mi cara después de haber salpicado sus divinos pies. Y se reía malvadamente de mi impotencia. Más tarde sacaba los sandwiches del bolso y los mordisqueaba poco a poco. Mi hambre era absoluta, y ella lo sabía. De vez en cuando, me echaba trozos de comida que provenían de su boca, como si me los escupiera. Ella me ordenaba que abriera mi boca a ver si lograba encestar algún bocado en mi boca. A pesar del teórico asco, yo deseaba que acertara porque mi hambre era tal que ya me cuestionaba comerme la arena si hubiera podido.
Ya al caer la tarde, y después de haberme ignorado durante todo el resto del tiempo, se dirigió a mí para premiarme por mi aguante bajo la arena, sin agua ni comida. Maliciosamente se acercó a mí y me preguntó: ¿realmente tienes sed perro?. Si mi ama, le respondí. Tengo muchísima sed. Pues aquí tengo algo que te va a saciar, y procura no desperdiciar ni una sóla gota. Seguidamente, apartó con los dedos la parte púbica de su tanga y comenzó a orinarme encima. Estaba caliente y con un sabor ácido, pero mi sed era tanta que intentaba no desaprovechar el líquido manjar cuando después de carer sobre mi tostada cabeza, se deslizaba por mis ojos y labios e intentaba agarrar con mi lengua la que llegaba cerca de mi boca. Ella reía a carcajada limpia para mayor humillación mía.
Ya para finalizar la tarde y llevarme al súmum de la degradación ella defecaba cerca de mi cara, de forma que me llegara de lleno aquél hediondo olor; y lo que era peor: las moscas. Rápidamente aquello se llenaba de moscas que se posaban en sus heces y después en mi cabeza y cara. Yo le suplicaba que acabara aquel suplicio, pero ella reía y reía cuanto más rogara.
Como recompensa final, me dejaba salir del agujero, me permitía bañarme en el mar, y regresaba junto a ella velozmente para que le pusiera crema aftersun por sus piernas. Para mí la excitación al poder tocar aquellas tersas y salomónicas piernas era tal, que ella notaba como mi miembro luchaba por salir del bañador. Ella, notando que ya estaba al borde, me ordenaba irme a una duna cercana a masturbarme mientras yo debía mirar cómo ella se ponía el resto de la crema por su estómago y pechos. A esa distancia aun podía ver sus sonrisa al saberse deseada y que alguien se masturbara y corriera viéndola y pensando en ella.
La última musa que voy a mencionar es una compañera de trabajo. A ella siempre le tuve un afecto muy especial. La considero una persona leal, afable, sincera y cariñosa. Creo que el trato diario me ha hecho verla como un ser entrañable para mí. No se trata de amor, sino del deseo de que sea feliz, y verla alegre. Cuando está en una cena se desinhibe y se convierte en una chica muy especial y cariñosa, pero siempre en el buen sentido. Y me nacen tremendas ganas de poderla ayudar en todo aquello que pueda necesitar: desde consejo hasta dinero. No ha hecho falta casi nunca. Pero he de reconocer que me agrada mucho el saber que pueda ser dichosa un rato por algo que yo pueda hacer o decir en un momento dado.
Quizá sea mi esclavitud más sana, en el sentido que quizás, como la veo casi a diario, no me nace incontroladamente ese deseo sumiso con ella. Pero mentiría si no dijese que la veo como a una auténtica diosa. Es mi musa de las mil y una noches; y eso me da suficiente argumento para realizar mis fantasías. A ella la veo como a la reina de Saba. Rodeada de lujo y riqueza. Con innumerables esclavos a los que premia o castiga según se le antoje. La veo llevada en su trono por un grupo de esclavos que la portan sobre sus hombros, mientras el resto de sus súbditos se pelea por poder besar sus pies calzados con sandalias de la época o por besar sus enjoyadas manos. Es la diosa a la que su pueblo adora e idolatra. Se postran ante ella a su paso. Ella utiliza a sus esclavos para su placer: sea ya carnal o a través del castigo, del cual también disfruta. Siempre la veo con un bikini de esos que se ven en las imágenes de los comics: con sujetador y bragas ornamentados con perlas y piedras preciosas que realzan aun más su esbelto cuerpo. De vez en cuando permite a sus esclavos favoritos una licencia sexual: masturbarse delante de ella mientras pasea su cuerpo por una pasarela. Los esclavos al ver sus pies pasar los pueden besar mientras no paran de sacudir sus pollas y correrse de gusto. Después les obligar a lamer su propio semen para dejar limpia la pasarela. Alguna que otra vez se permite aplastar con su pie la polla de algún esclavo, impidiendo a éste el masturbarse y correrse. A psar de esto, el esclavo, mientras su pene es estrujado, le besa ansiosamente las manos y le da las gracias por aplastar su miembro.
Bueno. Esto es todo por hoy. Hay alguna heroína más de mis pelis, pero lo dejaré para otro momento. Como ya mencioné al principio, quizá algunas cosas de las que he hablado, soñado o fantaseado puedan asquear a alguien. Pero espero que entiendan que yo no puedo controlar mis sueños, mi mente. Los sueños y fantasías se disparan sin que yo pueda hacer nada por remediarlo. Normalmente son con personas que de alguna u otra manera han calado en mi alma masculina y también en mi espíritu sumiso.