














A estas alturas del blog, preguntar cómo me introduje en lo que hoy se denomina BDSM sería repetitivo y cansino. Y no es mi intención agotar a nadie con la lectura de mi vida íntima, que es ya toda una épica del aburrimiento. Baste decir, por resumirlo de alguna manera sencilla, que desde la infancia ya estaban en mí, y a mi vista y sentido, determinadas fantasías y situaciones con respecto a la mujer, las cuales, con el tiempo, he podido identificar como sado-maso, y, más tarde, con el BDSM.
En todo caso, la reflexión, aprovechando el comentario de un amigo, es si existe más de alguna vía para introducirse en este mundo. Indudablemente, por lo menos una existe, que es por la que yo llegué y acabo de nombrar. Pero quizá existe más de una.
Parto siempre de la base de mi desconocimiento de la sexualidad a nivel teórico. Por tanto, mi pensamiento es más bien fruto de mi forma de ver las cosas, y también de lo que he podido leer sobre la forma de llegar de muchos a este hermoso universo del BDSM.
A mi modo de ver, las fantasías, gustos y deseos BDSM están mayormente presentes en todos los seres humanos. Téngase en cuenta que las facetas del BDSM son muchísimas, y dentro de éstas, los grados de cada una. Me resultaría extraño que alguien no sintiese un mínimo placer o deseo en el hecho de atar o ser atado durante el acto sexual; placer por ser, por lo menos, levemente arañado por la pareja; vendar o vendarse los ojos para no ver las acciones del amante, y aumentar así, la inquietud y la tensión de lo desconocido...
Dicho esto, lo importante es saber si esas fantasías ya existentes despiertan de una manera clara en nuestra mente o no. Y en el caso de que despierten, qué hechos o circunstancias pueden realizar este prodigio. Indudablemente, el hecho de experimentar con alguien que ya tiene los gustos BDSM adquiridos es una vía para conocer y, a lo mejor, encariñarse de estas prácticas.
Otra vía puede ser la manera autodidacta. Quiero decir, aquella persona que a lo mejor leyendo o viendo alguna foto relacionada con una de las prácticas, se ve invadida por un cierto hormigueo de placer; y que, a base de seguir leyendo o viendo fotos llega a identificarlo con una práctica sexual tan definida y amplia como es el BDSM.
Por tanto, si, como dije antes, esas fantasías están dentro de nosotros normalmente dormidas, casi nunca nadie podrá estar seguro de no ser un potencial "activista" del BDSM. La puerta del BDSM está allí para quien quiera o desee entrar. Sólo pido que no la atraviesen muchos por la mera curiosidad o por salir de la pura rutina sexual diaria. El BDSM se merece todo un respeto.
Aunque como sumiso deseare la existencia de muchas Amas, bien es cierto que me gusta que el BDSM siga siendo una práctica minoritaria. Creo que si se volviese popular, perdería gran parte de su encanto. A lo mejor me equivoco.