miércoles, febrero 21, 2007

ALGUNOS EXCESOS, PERO ME GUSTA EN GENERAL




























































































Lamiendo sus Botas

Soy un fiel esclavo de una Ama autoritaria a la que adoro y que, simbólicamente, llamaré Marta, aumentando día a día su dominio y dureza sobre mí.Periódicamente me obliga a acudir a ella una o dos veces al mes y cuando conoce o contacta con otra Ama, me presta o alquila como perro, esclavo y objeto sexual para una sesión.

Esto último y que voy a contar, me ocurrió hace poco. Me llamó mi Ama Marta, me dio la dirección donde debía presentarme y la hora. Cuando me presenté me estaba esperando una Ama, a la que llamaré Zara, alta, proporcionada, bella, con zapatos de alto tacón, medias, braguitas y sujetador, todo ello en negro.

Me hizo entrar en el piso y me dijo:- Soy tu Ama Zara. A partir de ahora mis palabras son ordenes para ti, no me mirarás de frente a los ojos, nunca debes cruzarlos con los míos, siempre con tu mirada al suelo sino, atente a las consecuencias. Seré durísima contigo. ¿Sabes a lo que has venido?. - A servir a mi Ama Zara. Mi dueña y señora - contesté - Mi Ama Marta me ordenó acudir a ti.- Así me gusta y ahora, gusano, desnúdate ante mí y deja la ropa en un montón, ahí mismo - ordenó.

- Ponte a cuatro patas y lame mis zapatos - me dijo cuando estaba en pelotas - Me he enterado que en tu aprendizaje de sumisión ha habido bondaje, humillación, lluvia dorada, azotes y que aún va a haber más. Creo que próximamente completarás tu total disciplina con enemas, sadomasoquismo duro, agujas... ¿Te asusto con mis palabras?.- Sí, mi Ama Zara, pero mi misión es satisfacerte - dije.

- Me han me dicho que eres muy bueno, tu experiencia me lo demostrará pero de momento, ya que adoras el fetichismo, empezarás dejándome limpios los zapatos, pero no me mojes las medias, bésamelas... así me gusta... sigue... Mientras lamía sus zapatos ella me decía:- Verás, yo no vivo aquí pero me han prestado el piso unas amigas. A veces vengo para ver como disfrutan las Amas con sus esclavos o sumisas con dos chicas bisex e incluso con travestis.

Cuando pensó que sus zapatos ya estaban suficientemente limpios, me apartó de una patada, se levantó y abrió una puerta. Era como una cueva equipadísima. Me hizo tumbar en el suelo y se entretuvo en clavarme los finos tacones de sus zapatos. Me los ponía en los pezones y cuando se cansó, fue a mis testículos mirando como mi sufrimiento era cada vez más intenso.

- No llores como una mujer - me dijo - ¡Ni se te ocurra correrte, gusano cabrón!.Más tarde me ató a dos anillas que había en la pared y quedé de puntillas con mis brazos abiertos. Sin mediar palabra, empezó a flagelarme sin piedad, ordenándome que la mirara, que la sonriera y pusiera cara de satisfacción ante mi sufrimiento. Tras quejarme mucho rato acabé haciendo lo que ella quería, es decir, pedirle más. En este momento paró en seco los azotes.

Sus delicadas manos masajearon mi cuerpo, deteniéndose en mi espalda, llena de marcas de los azotes, así como mi culo, mis pezones, mis testículos y pene. El reconocimiento fue exhaustivo. Luego me desató y me puso en el caballete, con el culo al aire. Mi abdomen sentía el dolor del listón superior del caballete. Me ató las muñecas y los tobillos al extremo de las patas teniendo mi culo y huevos a su merced.

Me colocó unas pinzas en los testículos y en la polla y con jabón, pues no tenía vaselina me dijo, me lubricó el ano. Buscó un consolador y enseñándomelo me dijo:- Sé que tu Ama Marta es la única que, hasta ahora, ha gozado de este privilegio pero ahora seremos las dos.Introdujo un dedo en mi culo, luego dos y por último el consolador sin escuchar mis súplicas ya que era muy gordo y me dolía horrores.

Lo movía dentro y fuera, follándome con él, sin dejar de insultarme. No recuerdo el rato que estuvo dándome por el culo hasta que al ver mi pene erecto, me sacó el consolador, me desató y me hizo tender de espaldas en el suelo.- ¡Ahora mastúrbate ante mí! - me dijo.Me cogí la polla y comencé a pelármela lentamente.

Ella se sacó las braguitas y me las metió en la boca. Así estuve proporcionándome placer mientras saboreaba los jugos de mi Ama. Justo cuando me corría, lanzando todo mi esperma al aire, ella se colocó, abierta de piernas, sobre mi cuerpo y me regaló una caliente lluvia dorada que bañó mis muslos, vientre y todo mi sexo.

Más tarde me hizo poner una peluca rubia, unos pantis descubiertos por delante y por detrás, y unos sujetadores.- Bien, ahora - dijo - vas a limpiar la cueva.Me hizo limpiar todo, fregar el suelo, etc. y al acabar, tras echar un repaso a lo que yo había hecho, añadió:- Te has portado muy bien y te voy a hacer un regalo. Follaremos los dos, ya lo verás.

Fuimos al baño, me quité las prendas que llevaba y metiéndonos los dos en la bañera, nos enjabonamos y me hizo pasar la lengua por todo su cuerpo, deteniéndome en especial en sus partes erógenas. Ya secos volvimos a la cueva. Desapareció por unos instantes, mientras yo la esperaba arrodillado, y apareció con unas botas altísimas. Fue a la pared y manoseó un látigo, me miró, sonrió y dijo:- No lo necesitas por ahora.

Cogió un pene de esos que se atan a la cintura. No me fijé en si era doble pero sí vi que era largo y gordo, de color negro. - Bien, como esclavo, como perro y como mamón que eres, me vas a hacer feliz - dijo - Acércate a cuatro patas y ahora empieza a lamerme las botas. Mueve tu colita al mismo tiempo, eso es, así pero ahora le toca el turno a mi polla, venga mamón, lámela, chúpala...

Con mi boca, abierta lo más posible, me la tragué. Me llegaba a fondo de la garganta.Me ahogaba y aún tenía más de la mitad de la impresionante polla fuera. - Si sigues mis instrucciones seremos felices los dos, gozarás mucho - y al cabo de un rato volvió a decirme - Vuelve a ponerte a cuatro patas y ofréceme el ano, ábretelo con tus manos, mamón. Intentó penetrarme pero sólo logró meterme la punta. Creí que me rompía el ano, parecía una lanza.

Ante la imposibilidad de encularme, mi Ama desistió de ello y me la sacó.- Soy tuyo mi Ama - le dije, domado y vencido - ¿Qué debo hacer para satisfacerte?. - Me has hecho muy feliz, perro - contestó - Ponte en las tablas cruzadas de esta pared. ¿Estás seguro de que quieres más?.- Si, mi Ama, quiero hacerte feliz y satisfacerte en todo.Me ató los tobillos y muñecas, cogió unas bragas usadas y me las metió en la boca. Me ató los cojones y la polla provocándome una tremenda y dolorosa erección y colocó unas pinzas en mis pezones.

El dolor era tremendo pero yo debía poner cara de satisfacción. Al cabo de un rato me quitó las bragas y las pinzas, unió su boca a la mía y me dio un morreo impresionante al que yo correspondí gustosamente. Luego se fue a mis pezones. Otra vez vencido exclamé:- ¡Mi Ama, más, mas...!.- Eres mi puta - me dijo ella sonriendo.- Si mi Ama, tus deseos son ordenes para mí. Lástima que no soy de tu propiedad.- Si fuese así tendrías cuerpo de mujer, vestirías como ellas y serías un objeto de placer para los amigos de ambos sexos de tu Ama.

En este momento me di cuenta de que se encendía un pequeño piloto de color rojo. Era el timbre de la puerta. Desapareció de la habitación y al regresar dejó la puerta abierta. - ¿Has sido feliz, esclavo? - me preguntó antes de desatarme.- Sí, mi Ama Zara, es un placer servirte, ser todo tuyo.- Bien, ahora te arrodillarás, me besarás los pies e iras hasta la jaula.

Dentro de la jaula, que se hallaba en el extremo de la cueva, me colocó unas esposas justo cuando aparecía por la puerta mi Ama Marta. Zara le contó como había ido todo y al acabar el relato, mi Ama Marta me sacó las esposas y me hizo salir de la jaula.Emocionado caí a sus pies besándoselos, incluso las medias.

Hizo que le levantara la minifalda. No llevaba bragas. Lamí sus labios vaginales, los abrí masajeándole el interior del coño con mi lengua. - Quítame ahora las prendas, una a una - ordenó.Cuando estuvo desnuda me hizo poner a cuatro patas y se sentó en mi espalda notando las marcas del látigo.

El dolor era intenso con el roce de su piel contra la mía. - Lo hiciste bien Zara - dijo - pero ahora me apetece hacer algo con él, con ese pene doble. ¿Te apetece, esclavo?- Sí, mi Ama. Se lo puso con la ayuda de Zara. Se lo lamí y me sodomizó con él aunque, como anteriormente, sin poder penetrarme en su totalidad ante el enorme grosor de aquel pene.

Quedé totalmente exhausto y derrotado. No me importaba nada, ni la humillación, ni el dolor intenso. Mi placer era servirles en todas sus apetencias y deseos. Eran mis Amas siendo yo ese objeto a su merced y dominio.Tuve, al menos una semana, todo mi cuerpo dolorido, en particular mis pezones y algo más. Incluso las marcas del látigo eran tan evidentes que no pude hacer deporte ni ir al gimnasio para evitar preguntas o ser descubierto en mis tendencias sexuales.

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