domingo, febrero 25, 2007

EL SUEÑO DE TODO ESCLAVO. RELATO










































































































































































































































































































































































































































































































































A CONTINUACIÓN EXPONGO UN RELATO QUE CONSIDERO UN SUEÑO PARA TODO SUMISO. INDUDABLEMENTE ES FANTASIOSO, PERO LOS SUEÑOS SON ASÍ. A PESAR DE MIS MÚLTIPLES CORRECCIONES, EL TEXTO NO ES MUY BUENO LINGÜISTICAMENTE HABLANDO, PERO LO QUE IMPORTA ES EL CONTENIDO. ASIMISMO, ALGUNAS DE LAS COSAS CON LAS QUE SE FANTASEA NO ESTÁN ENTRE MIS PREFERIDAS. PERO EL MUNDO DE LA SUMISIÓN ES TAN GRANDE Y VARIADO QUE NO SOY NADIE PARA JUZGAR LOS GUSTOS Y FANTASíAS DE LOS DEMÁS. AL CONTRARIO, SOY MUY RESPETUOSO CON ELLOS, Y PUEDO ENTENDERLOS AUNQUE NO LO PRACTIQUE.



EL ESPÍA

Mi trabajo en el Centro de Investigaciones Biológicas era bastante agradable. El ambiente era realmente cordial y todos los compañeros muy sanos y normales. No obstante, con quienes yo me llevaba realmente bien era con aquellos que formaban parte de mi equipo de investigación: mi jefe, Juan, un hombre de unos 45 años siempre atento con sus subordinados y de muy buen trato, y mis colegas Silvia, Patricia, Carolina y Margarita, cuatro chicas de entre 22 y 27 años, simpáticas, ingeniosas y siempre dispuestos a contar un chiste o a tomar una copa tras el trabajo además de ser muy hermosas. La verdad es que trabajar se hacía realmente fácil con aquel equipo. A propósito, mi nombre es Alberto y tengo 24 años.

Los cinco habíamos sido escogidos por el Gobierno mientras estudiábamos en la Universidad para trabajar en el Centro, concretamente en una investigación que se estaba llevando a cabo consistente en un compuesto capaz de alterar en volumen la materia viva. Aún no habíamos logrado resultados concretos, pero avanzábamos poco a poco en lo que podría ser la solución al hambre en el mundo, o bien el arma más mortífera jamás inventada, dependiendo del uso que se le diera.

Había algo, sin embargo, que mis compañeras no sabían. Yo era un topo. Había sido captado hacía unos meses por una potencia rival para espiar los resultados de la investigación. Así, semana tras semana, yo mantenía informado a mi contacto de todos los avances que se iban produciendo en nuestra investigación. Para ello me servía de las más modernas técnicas de espionaje, logrando que mis compañeras no sospechasen nada y me considerasen uno más de ellos. ¿Qué por qué hacía esto? Por dinero. Pura y exclusivamente por dinero. Yo era un joven ambicioso y me importaba poco mi país mientras pudiese sacar la mayor cantidad de beneficio posible para mi cuenta personal. Además de la cuantiosa remuneración que recibía por mis servicios, me habían prometido la dirección de un futuro centro de investigaciones en el que podría convertirme en un científico de fama.

La mañana que empieza mi historia acabábamos de llegar todos, excepto Silvia, y estábamos ya sobre nuestro instrumental cuando irrumpió éste con gran alegría.
-¡Lo encontré! ¡Creo que lo encontré!
-¿La fórmula? –inquirió Patricia.
-Sí, estábamos equivocados respecto al momento de añadir el ácido a la reduxona (así llamábamos a nuestra fórmula). Si se hace antes de la ebullición, obtenemos un derivado del compuesto inicial que sí produce el efecto que buscamos. Alberto –me dijo Silvia-, ¿quieres ir a avisar a la Margarita? Tiene que ver esto
.
Salí, en efecto, en busca de nuestro integrante y cuando regresamos Carolina inyectó la reduxona en el tallo de un arbusto con el que trabajábamos. Nada ocurrió.
-¿Y bien? –dijo Margarita, expresando la pregunta que nos hacíamos todos. Silvia se limitó a sonreír:
-Esperen. Un poco de paciencia.

Casi imperceptiblemente un extraño humo, de color azul celeste, muy tenue, comenzó a desprenderse de la planta. Todos miramos con curiosidad mientras la columna de huma aumentaba. Entonces, ante nuestro estupor, la planta comenzó a hacerse más pequeña, pero conservando intactas su forma y proporciones. Exclamaciones de asombro salieron de nuestros labios mientras el arbusto se reducía a una veinteava parte de su volumen inicial.
-¡Es increíble! ¡Buen trabajo, chicas! –dije yo.- . Sigamos trabajando. Hay que perfeccionar esto.

Todos felicitamos a Silvia por su descubrimiento y nos lanzamos a la búsqueda de nuevas posibilidades de la reduxona. Aquella tarde lo celebramos debidamente tomando unas copas en la cantina del centro, rebosantes de camaradería y triunfo. Sin duda formábamos un buen equipo. Durante los días siguientes descubrimos formas de controlar la reducción de tamaño y de revertirla. Hicimos asimismo diversas pruebas con animales. Al final fuimos capaces de aumentar o disminuir de tamaño a voluntad cualquier animal o vegetal simplemente con unas pequeñas inyecciones.

Por supuesto todos aquellos avances fueron recibidos puntualmente por el Gobierno para el que yo trabajaba a través de mis propios mensajes. La última vez que me había reunido con mi contacto le había ya de hecho entregado un pequeño tubo de ensayo con la fórmula en su estado final. A pesar de ello nosotros continuábamos la investigación. Una mañana, a poco de llegar al laboratorio, apareció Margarita y nos dijo que quería hablarnos. Estaba realmente seria.

-Hola chicos, perdonen que interrumpa el trabajo, pero el personal de seguridad del Centro ha encontrado algo interesante que os voy a mostrar –diciendo esto sacó del bolsillo de su chaqueta un tubo de ensayo. El corazón me dio un vuelco. Era el mismo que yo había entregado a mi contacto dos días antes.
-Al parecer hay alguien aquí que conoce este pequeño tubo, ¿verdad, Alberto? –continuó Margarita, mirándome directamente. Me eché a temblar. No obstante, traté de mantener la calma.
-No sé de qué me hablas
-Vamos, hombre. El guardia del turno de noche fue quien capturó al tipo que llevaba esto. El único que había salido del Centro aquella noche eras tú.
-Eso no quiere decir nada –sentía sobre mí las miradas de mis compañeras-. Te aseguro que no sé nada de eso.
Sin embargo, Margarita me ignoraba ya en aquel momento. Le habló a mis colegas como si yo no estuviese diciendo nada:
-Al parecer nuestro amigo trabaja por cuenta de otros y les está informando de todo lo que hacemos aquí. Es un espía y un traidor, vamos.
Comprendí que estaba perdido y, estúpidamente, intenté salir corriendo del laboratorio.
-¡No dejéis que escape! –gritó Margarita.
Al momento las cuatro me sujetaban. Me debatí, pero nada pude hacer contra cuatro. Me mantuvieron firmemente mientras se volvían.
-¿Vais a matarme? –dije yo, entre temeroso y desafiante.
-Por supuesto que no. Somos gente civilizada –prosiguió Silvia con una extraña sonrisa en sus labios- . En lugar de eso, hemos decidido que ya hemos encontrado el sujeto ideal para probar la fórmula en un humano.
Diciendo esto tomó el tubo de ensayo y pasó su contenido a una jeringuilla. Enloquecí. Comencé a luchar desesperadamente para escapar de allí. Naturalmente no pude con las cuatro. Margarita, con aquella sonrisa en los labios, clavó la jeringuilla en mi cuello:
-¡Noooooooo! –grité desesperado.
-Tranquilo, será sólo un pinchacito –rió-. Sujetadlo aún un momento. Los efectos son más rápidos ahora.

Sentí horrorizado cómo de mi cuerpo empezaba a desprenderse el humo celeste. Al mismo tiempo mis cuatro compañeras empezaron a hacerse más grandes a mi alrededor. Miré espantado a Silvia, ante mí, convirtiéndose rápidamente en una gigante de titánicas proporciones mientras seguía sonriendo. El proceso se detuvo cuando mi altura era de unos 15 cms. Me sentí terriblemente indefenso e insignificante. Margarita volvió a hablar, su voz era ahora para mí mucho más fuerte y profunda:
-Bueno, chicas –se dirigía a mis compañeras-, no volvamos a pensar en él como persona. Ahora es un insecto, un juguete, y nos pertenece. Hagamos con él lo que queramos. Pero –añadió guiñando un ojo, asegurémonos de castigarlo por su traición.

Mis cuatro gigantes amigas formaron círculo a mi alrededor mirándome desde su increíble altura. Resultaba tan aterrador y excitante ver a personas con las que tanto había compartido convertidas en terribles amenazas para mí, pensar que en un segundo podían acabar con mi vida simplemente de un pisotón pero por otro lado excitado al poder ver claramente debajo de sus faldas sus bragas...
-Vamos, chicas –comencé a decir-, no creeréis serán malas conmigo, ¿verdad? Nosotros somos amigos...
Carolina se agachó para escuchar lo que estaba diciendo, ya que mi voz era muy débil. Súbitamente alargó su enorme mano hacia mí. Traté de escapar, pero uno de los gigantescos pies de Silvia se interpuso en mi camino. Sentí los dedos de Carolina rodear mi cuerpo y me vi transportado por el aire mientras mi antiguo amiga se erguía.
-¿Qué vamos a hacer con él? –preguntó Margarita. Temblé al oír el nuevo sonido de su voz: profunda, cavernosa, retumbante.
-Pues aplastarlo de un pisotón y punto, ¿no? –contestó la práctica voz de Patricia. No podía creer lo que estaba oyendo.
-Pero chicas –dije angustiosamente-, soy yo, Alberto, vuestro amigo, hemos trabajado juntos muchos meses...
Mis ex-amigas ni siquiera me escuchaban. Continuaron hablando entre ellas.
-Eso sería demasiado bueno para él –la cara de Carolina estaba adquiriendo una expresión diabólica totalmente desconocida para mí-, yo creo que debemos hacer es que lo pase realmente mal un tiempo –dijo mirándome directamente con una luz perversa en sus hermosos ojos negros-, luego, en efecto, un pisotón y...¡adiós!
-Por favor, amigas –supliqué de nuevo- inyectadme el antídoto y hablemos despacio. Dejad que os dé una explicación... –continuaron sin prestarme la más mínima atención.
-Podemos tenerlo cada día uno de nosotros y jugar con él como nos plazca –continuaba diciendo Germán- de hecho se me están ya ocurriendo cosas... –volvió a mirarme con aquella diabólica sonrisa en sus labios-, ¿puedo llevármelo yo primero?
-De acuerdo –convino Silvia- mañana me lo das a mí, si os parece.
Las demás convinieron en ello. Mi cabeza iba a estallar. Me había convertido en una posesión para los que habían sido mis compañeras. Hablaban de mí como si no fuese un ser humano. Ni en mis peores sueños hubiese imaginado algo así.
-Por favor... –empecé de nuevo.
-¡SILENCIO, GUSANO! –tronó la voz de Carolina, hiriendo mis oídos- ¡BASTA DE LLORIQUEOS! A PARTIR DE AHORA HABLARAS SOLO CUANDO SE TE PREGUNTE. Y TE DIRIGIRÁS A NOSOTROS LLAMÁNDONOS “MI AMA”. ¿LO HAS ENTENDIDO?
Me llevé las manos a los oídos, herido y aterrorizado.
-HE DICHO: ¿LO HAS ENTENDIDO? –repitió Carolina, apretando un poco su tremendo puño sobre mi cuerpo.
-Sí –dije en un hilo de voz.
-¿CÓMO HAS DICHO, INSECTO? –el puño se cerró aún más sobre mí.
-Sí... mi ama –dije más fuerte. Me costó mucho llamar “mi ama” a mi hasta ahora buena amiga Carolina.
-De hecho aún eres un poco grande para mi gusto –dijo Carolina e inmediatamente tomó un poco de reduxona en una jeringa y me la inyectó despiadadamente. Segundos después mi cuerpo se reducía a un tamaño de 4 ó 5 cms.
-Así está mejor –sonrió Carolina-. Y ahora, vamos a casa –se bajo las panties y me introdujo en ellas dejándome atrapado entre sus calzones en medio de sus piernas ahí tuve que luchar para girar ya que quede pegado a sus olorosos calzones para poder respirar y estar en un punto donde no me golpearan sus gigantescas piernas se bajo el vestido mientras se despedía de las demás. Pronto me vi envuelto en la oscuridad, junto a los bragas de Carolina, sacudido violentamente por sus piernas mientras caminaba hacia su coche.

Pasó mucho rato hasta que de nuevo vi la luz. se saco las panties y me puso sobre una mesa y cuando se abrió vi de nuevo la gigantesca figura de Carolina observándome atentamente. Se había quitado el uniforme del Centro y vestía ahora una Polera blanca y larga. Por primera vez me fijé en su hermoso cuerpo. La camiseta marcaba sus espectaculares senos y se veían sus hermosas piernas. No sé si era mi nueva perspectiva, pero de pronto me di cuenta de que era una joven realmente hermosa. La verdad es que, aparte de mi lógico miedo, me sentí fascinado por aquella visión. La gigante se sentó sin dejar de mirarme.

-Bueno, pequeño, estás muy delgado –obviamente yo estaba desnudo, mis ropas no se habían reducido conmigo-, creo que necesitas un poco de ejercicio. Hay que ponerse fuerte. Podemos empezar por un poco de natación –se rió estrepitosamente.
Se levantó y volvió al cabo de un momento con un vaso lleno de agua. Sin ninguna contemplación me cogió entre sus gigantescos dedos y me dejó caer en el vaso, que para mí era del tamaño de un enorme depósito de agua.
-¡A nadar, pequeño!

Obviamente tuve que empezar a nadar para no ahogarme. Había suficiente agua en el vaso como para que mis pies no tocasen el fondo, pero suficientemente poca como para que me fuese muy difícil asirme al borde y poder sujetarme. Quedaba demasiado alto. De todas formas, un par de veces que logré alcanzar con mis manos el borde del vaso Carolina alargó un titánico dedo y me hizo soltarme.

Al cabo de un rato comencé a estar agotado de nadar. Mis diminutos brazos y piernas se movían cada vez más lentamente. “Voy a ahogarme” –pensé- “voy a ahogarme en un vaso de agua y Carolina va a dejarme morir de esta forma terrible”. La gigante había estado todo este rato mirándome luchar por mi vida, fascinada.
-¡Vamos, más brío! –dijo-. Pareces una nenaza. Creo que vas a necesitar algún incentivo para nadar con más ganas –añadió, mientras se ponía en pie, de nuevo con esa sonrisa diabólica en sus labios.

Con rápido movimiento me sacó del agua y tiró el contenido del vaso en una maceta próxima. A continuación volvió a dejarme caer en el enorme recipiente y lo dejo en el suelo. Miré, jadeante e incrédulo, lo que hizo a continuación. Se agacho y coloco su enorme vagina frente a el vaso. Me la quedé mirando con tal asombro que mi corazón se paró. Nunca había visto a Carolina desnuda y la visión de aquella vagina mucho más grande que yo mismo capas de tragarme era tan increíble que no puedo describirla. El descomunal agujero de la Vagina de mi amiga se acercó al vaso y me vi golpeado brutalmente por un inmenso chorro de pis femenino, que me empapó de pies a cabeza mientras comenzaba a llenar el vaso. Mientras meaba sobre mí, la gigante reía estrepitosamente. Me di cuenta de que mi amiga dirigía su meada deliberadamente hacia mi, pese a los esfuerzos que yo hacía por evitarlo. Al cabo de un tiempo eterno para mí, el terrible chorro maloliente cesó y Carolina volvió a colocar el vaso sobre la mesa mientras se bajaba la polera. Nuevamente tuve que nadar desesperadamente para no ahogarme, sólo que esta vez en la orina de la gigante. ella seguía observándolo todo sonriente, aunque esta vez no se limitó a eso. De vez en cuando uno de sus enormes dedos entraba en el vaso y colocándose sobre mi cabeza me hundía despiadadamente en el inmundo líquido, manteniéndome largo rato sin dejarme salir a respirar. Cuando al fin me soltaba y yo subía a la superficie, medio asfixiado, tomando ansiosamente aire, ella reía como si aquello fuese lo más divertido del mundo y me obligaba a beber grandes cantidades de su asido y maloliente pis.

Las fuerzas me fallaban ya. Estaba seguro de que Carolina continuaría con aquel macabro juego hasta matarme. Iba a ahogarme en su meada. La idea traía lágrimas a mis ojos. Nunca hubiese imaginado que la joven inteligente y agradable con quien tantas veces había charlado y tomado copas pudiese estar disfrutando haciéndome esto. Al fin, cuando estaba a punto de desmayarme, los dedos que me hundían me asieron y me sacaron de la prisión de cristal, dejándome sobre la mesa, desnudo, exhausto, empapado y apestando a wáter.

Poco a poco fui recuperando el aliento. No me atrevía a mirar a la gigante. Al fin escuché su atronadora voz:
-Bueno, pequeño amigo. Creo que necesitamos una ducha, sobre todo tú, JIJIJIJIJI. Vendrá muy bien después del ejercicio.

Me tomó en su gigantesca mano y se dirigió al baño. Me puso en el borde de la bañera, entre dos frascos de champú y gel más altos que yo mismo, mientras se desnudaba. Cuando entró en la bañera no pude menos que admirar aquel titánico cuerpo desnudo, y perfectamente formado hermosos senos, lindas piernas y precioso trasero. Mientras el agua caliente resbalaba por su piel, pensé en ella como una diosa descendida a la tierra. Poco me duraron estas reflexiones. Cuando Carolina se dispuso a enjabonarse me tomó a mí en su mano en lugar de la esponja y comenzó a frotarme por todo su cuerpo. Lo hizo sin ningún cuidado, complaciéndose en agitarme y moverme violentamente por su piel. Se detuvo especialmente en frotarme contra sus partes más íntimas: sus increíbles csnos, su colosal vagina, sus entrepiernas sudorosas y el interior de su culo. También conocí de primera mano sus olorosos pies gigantescos con olor a sudor de mujer. Los violentos movimientos me mareaban, no obstante lo cual me excitaba el contacto con la calidez de la joven dios. No sé por qué. Yo nunca había sido sumiso, o al menos eso creía. Mi propia insignificante polla se endureció como nunca lo había hecho. Me di cuenta de que Carolina lo había notado, a juzgar por la nueva expresión de su rostro:

-¡Vaya! Pensaba estar dándote una buena lección y resulta que, al parecer, esto te gusta, ¿eh? Encima de un cochino traidor, eres un insecto sumiso y esclavo. ¿Qué voy a hacer contigo?
Dejó caer el agua de la ducha sobre su cuerpo y sobre el mío, aún en su mano. A continuación salió de la ducha y me dejó en el suelo mientras se secaba. En cuanto recuperé el equilibrio eché a correr, en un desesperado intento de escapar. De pronto, algo me golpeó con tal fuerza que me tumbó en el suelo, mientras me empapaba. Me di cuenta de que había sido un gigantesco salivazo. Carolina había escupido sobre mí, deteniendo mi huída. Me volví y la vi sobre mí, erguida en toda su impresionante estatura. Sonreía.
-¿Te extraña que tenga tanta puntería? Fui en el campo uno amigos me enseñaron a escupir. No obstante, he perdido destreza. Tengo que practicar. Es una lástima... ahora que estabas limpio otra vez.
Comenzó a escupir una y otra vez sobre mí. Yo trataba de huir pero siempre me acertaba. Su saliva cubría todo mi cuerpo. Al fin me dejé caer al suelo, resignado, mientras la gigante continuaba dejando caer sus salivazos hasta que se cansó. Entonces levantó uno de sus colosales pies y, poniéndolo sobre mi pobre cuerpo, me frotó por toda la saliva que había quedado en el suelo, mientras se reía y me insultaba desde su tremenda altura.

Cuando me soltó me miró desde arriba, aún riendo.-¡ERES TAN PATÉTICO! SERÍA TAN FACIL MATARTE...Pareció pensar un rato. Yo me puse de nuevo en pie, mirándola ansiosamente.-¡Pero qué tonta soy! Debemos continuar tu entrenamiento. Después de nadar, ¿qué te parece correr un rato?Sin decir más volvió a levantar su colosal pie sobre mí, dispuesto a aplastarme. Huí desesperadamente. Su otro pie gigantesco se interpuso en mi camino. Corrí en otra dirección. De nuevo la inmensa sombra de su pie se proyectó sobre mi diminuto cuerpo. Continué corriendo, mientras ella me amenazaba con sus titánicos pies, haciéndome cambiar de dirección una y otra vez. De nuevo parecía divertirle enormemente el juego y me animaba:-¡VAMOS, CORRE, CORRE! ¡MÁS RÁPIDO! ¡VAMOS!...La tortura continuó varios minutos, mientras me deslizaba entre aquellas dos enormes columnas que eran sus hermosas piernas para mí. Sin embargo estaba exhausto. Las fuerzas me fallaban y ya no podía más. Las últimas horas habían sido de una violencia y una tensión insoportables. Me dejé caer al suelo y me volví boca arriba, aceptando mi destino. La inmensa planta del pie derecho de Carolina llenó mi campo de visión mientras descendía lentamente sobre mí.-¡VAYA! ¡ERES UN INSECTO! CREO QUE HE GANADO, JIJIJIJI...Sentí el contacto en todo mi cuerpo de su planta suave y cálida, mientras la presión aumentaba. Esperé, despidiéndome del mundo, a que mis huesos se rompieran y me convirtiera en una mancha sangrienta en el pie de Carolina. Sin embargo, cuando la presión comenzaba a hacerse insoportable, súbitamente cesó y el colosal pie se apartó de mí. Carolina me observaba atentamente, seria de nuevo:-Debería aplastarte pero no sería justo. Las demás no han tenido aún su oportunidad de jugar contigo. Y no quiero privarles de ese placer –añadió guiñando un ojo.Me tomó en su mano y salimos del baño. Dejándome sobre su cama, comenzó a vestirse.-Bueno, pequeño. Yo he quedado con mi novio y probablemente pasaré la noche con el. Me voy a follar como es debido, –dijo sonriente, poniendo uno de sus colosales dedos en mi cara. Luego volvió a ponerse seria-. Debo dejarte bien guardado.Cuando acabó de vestirse miró a su alrededor. Al fin encontró en un estante algunas jaulas que sin duda habían contenido cobayas utilizados en algún experimento. Tomó una de ellas y me introdujo dentro, cerrando cuidadosamente. A continuación se agachó y miró dentro de la jaula, sonriente. Su gigantesca cara, de facciones realmente hermosas sobre todo con aquella sonrisa en sus jóvenes labios, llenó mi campo de visión.-Ahí estarás bien –me tapé los oídos. Su voz me aturdía. Cruelmente habló aún más fuerte al observar mi gesto-. MAÑANA VENDRE A POR TI ANTES DEL TRABAJO Y TE LLEVARE CON SILVIA. QUE DESCANSES, JIJIJIJI y toma esto para que no pases hambre...trajo un dedal y una galleta. Primero el dedal lo lleno de saliva y despues la galleta la mastico y el pure lo dejo en una especie de mini platito y los metio dentro de la jaula -BUEN PROVECHO- y Se marchó dejándome dentro de la jaula, desnudo, aún empapado en su saliva que comenzaba a secarse, hambriento y aterido de frío. Sin embargo sólo podía pensar en lo que me esperaba al día siguiente... pero el apetito me derroto y me comi lo que me havia dejado Carolina.Apenas pegué ojo en toda la noche. Pese al inmenso cansancio que me abatía, mi miedo y mi preocupación eran aún más fuertes. Con las primeras luces del día escuché abrirse la puerta y pronto la gigantesca figura de Carolina entró en la habitación. Parecía eufórico. Sin duda había tenido una buena noche de sexo. Sin comprender muy bien por qué en aquel momento envidié profundamente a su novio. Mi amiga se acercó a la jaula.

-QUÉ, PEQUEÑO GUSANO, ¿DORMISTE BIEN? VOY A DUCHARME Y NOS VAMOS.Desapareció en dirección al baño y no la volví a ver en un rato. Cuando regresó llevaba ya puesto el uniforme del Centro y el portafolios en la mano. Con aquel traje parecía mayor, más madura. Sin decir nada abrió la jaula, me sacó en su fuerte puño y me introdujo sin ninguna contemplación en el portafolios. Un nuevo viaje hacia lo desconocido había comenzado para mí.Cuando Carolina llegó al laboratorio me sacó del portafolios y de nuevo me contemplaron mis gigantes compañeras. Durante toda la mañana estuvieron haciéndome pruebas de todo tipo, como si fuese una cobaya. En ningún momento se dirigieron a mí para decirme una sola palabra. Me trataron como a uno de los ratones del laboratorio. Por más que les hablé, les supliqué y lloré ninguna de ellas me hizo el menor caso. ¡Me sentía tan mal! Lo único bueno es que me dieron algo de comer y beber, no por consideración hacia mí sino porque estaba incluido en las pruebas que me realizaron. Me inyectaron diversas dosis de reduxona, con lo cual varié de tamaño varias veces. Una de ellas me hice tan diminuto que no sé cómo consiguieron encontrarme. Me obligaron a moverme de mil maneras, me tomaban por los pies y me mantenían cabeza abajo un rato, me apretaban en su puño cortándome la respiración... me hicieron mil perrerías hasta incluso Silvia me metio en medio de sus piernas y las cerro.

Cuando la mañana terminó estaba de nuevo exhausto. Mi tamaño era entonces de unos 8 cms. Carolina se acercó a mí junto con Silvia y, por primera vez, habló de mí como algo parecido a un ser humano.-¿Sabes? –dijo a su compañero-, el gusanito ha resultado ser un Esclavo. Le gustó rozarse con mi cuerpo y nadar en mi piss, ¿qué te parece?No puedo jurarlo, pero me pareció que una luz se encendía en los ojos de Silvia al oír esto. Silvia era la miembro más joven del equipo. Era una chica de 22 años, rubia, de ojos verdes y delgada. -Llévatelo y pásalo bien con él –terminó Carolina. la otra asintió y asiéndome en su enorme mano me metió en medio de sus cenos.

Desde allí escuché cómo se despedía, salía del Centro y echaba a andar. Resultaba tan extraño y exitante estar en el escote de una mujer..., claro que mi cabeza no estaba ya para pensar mucho a estas alturas.Cuando Silvia llegó a su casa me puso sobre una mesa y se me quedó mirando.-Así que eres esclavo ¿eh? Te confesaré algo: yo soy sadica. Si se enterasen los chicas no se como reaccionarian, pero pienso mucho en ellos...Yo asistía, estupefacto, a sus palabras. ¡Qué poco conocía a mis compañeras!-Pienso en encontrar a un esclavo a todas horas –continuaba Silvia-, comenzó a tocarse el paquete mientras hablaba-. ¿Te has fijado alguna vez en el auxiliar? Dios, lo que daría por sentarme en su cara alguna vez. Vi cómo se retiraba la falda y su colales quedando su enorme vagina frente a mi.

Su mano me tomó rápidamente y me puso contra aquella cueva, dos veces mi tamaño. Sentí su fuerte olor. Mis pies entraban facilmente en su vagina. sujetandome con su mano gigantesca y pegandome a su vavina, una vez pegado a ella comenzó a masturbarse -¡Eh, pequeño insecto! Quiero que me ayudes a correrme. No lo voy a hacer yo todo. ¡VAMOS, TRABAJA ESE GRAN CLITORIS O TE APLASTO AHORA MISMO!Lleno de terror comencé a meter mis brazos y piernas dentro de el gigantesco coño. la gigante me resfregava sin piedad:-¡USA LA LENGUA, VAMOS!Mi diminuta lengua lamió su rosado clitoris, gustando el sabor de sus jugos, mientras continuaba moviendo mis brazos y piernas. A Silvia debió resultarle finalmente placentero aquello, ya queDe nuevo su mano comenzó a funcionar sobre su vagina,aumentando notablemente el ritmo de la masturbación. Yo seguía con mi cometido, lo mejor posible, aunque estaba completamente mareado en aquella singular orgía.AAAAAAAAHHHHHHHH! Al fin se acabó. Una ingente cantidad de jugos cayeron sobre mi diminuto cuerpo. No obstante, aún no me soltó. Siguió y siguió hasta sacar la última gota de jugo. Por fin se relajó y pude soltarme del férreo abrazo de su mano gigante. Me derrumbé en medio de su entrepiernas, completamente bañado en jugos, mientras, poco a poco, la vagina perdia diametro.Cuando fui recuperando el aliento, pensé que Silvia se había adormilado. Era mi oportunidad para tratar de escapar. corri en medio de sus gigantesca piernas hasta llegar a los pies. Vano intento. Sentí movimiento encima de mí e inmediatamente me vi de nuevo en el puño de mi joven amiga.-¿DÓNDE CREÍAS QUE IBAS, PEQUEÑÍN? ¿ES QUE NO TE GUSTA ESTAR CONMIGO?La miré incrédulo y tembloroso.-¡CONTESTA, GUSANO!-Sí, Silvia, me gusta estar contigo...-SÍ, ¿CÓMO HAS DICHO?-Sí... mi ama. Me gusta estar con usted.-ESO ESTÁ MEJOR. VOY A ENSEÑARTE ALGO. Se levantó, conmigo en la mano. Fue hacia su dormitorio y abrió el cajón de una mesa de trabajo. Me quedé helado. Estaba lleno de lenceria y vibradores de varias formas y tamaños.-¿Qué te parece mi colección? Éste es el que más me gusta –tomó un vibrador enorme y lo puso en marcha. Lo acercó a mi estómago, haciéndome vibrar con él.-Divertido, ¿eh? No sabes el placer que da metértelo por la vagina y por el culo.Mientras sentía en mi cuerpo la vibración de aquel gigantesco artilugio, pensaba lo poco que conocía realmente a mis colegas, pese al tiempo que habíamos pasado juntos. Miraba a Silvia y la veía como si fuese otra persona aparte, claro está, de sus titánicas proporciones en aquel momento. Mientras pasaba el enorme vibrador por mi cuerpo iba pensando en voz alta:-Esto da mucho placer, pero ¿qué será meterte algo realmente vivo por el culo? Me gustaría probarlo... –yo me iba quedando petrificado al oír sus palabras-, ¿qué te parece?-No, por favor, Silvia... –supliqué. Naturalmente no me hizo el menor caso y, mientras yo observaba aterrado, se puso de rodillas en la inmensa cama. Extendió su gigantesco brazo y en un instante me vi frente a frente con el agujero de su enorme y hermoso trasero. Muy despacio, como a cámara lenta, lo vi acercarse, acercarse... hasta que mi cabeza entró en él. Silvia apretó sin piedad y pronto estuve inmerso en aquella caverna hasta la cintura. Me asfixiaba y comencé a luchar por salir de allí. Mis movimientos debieron de resultar muy placenteros para la gigante, ya que la oí gemir:-OOOOOH, SIIII.....SIIIIIII.Me introdujo aún más dentro de aquella inmensa calidez. Apenas me llegaba aire y el poco que me llegaba lo hacía envuelto en el olor del culo de mi amiga. Afortunadamente estaba limpio y el olor no era demasiado intenso, pero parecía penetrarme hasta las entrañas. Continué luchando contra el abrazo mortal de aquellas nalgas mientras Silvia seguía gimiendo y jadeando. Cuando creí que me desmayaba por la ausencia de oxígeno la gigante, como si lo hubiera sabido, comenzó un movimiento de vaivén conmigo, metiéndome y sacándome rítmicamente. A pesar de que estaba a punto de morir, sólo se me ocurrió pensar en el hecho de que me estaba follando el culo de mi compañera sin comerlo ni beberlo, y, lo que es peor, con todo mi cuerpo. Mientras me utilizaba como consolador, la gigante empezó a masturbarse de nuevo con su vibrador.El proceso continuó durante lo que me parecieron horas enteras. Al fin Silvia debió terminar (era imposible saberlo desde mi posición) y paró aquel espantoso movimiento. Me puso frente a su cara, aún sacudida por espasmos de placer.-Ha sido increíble, pequeño –suspiró y se relajó aún más. Luego señaló la cama-. Mira cómo he puesto la colcha –en efecto, un gran charco de jugos destacaba sobre la ropa de la cama-. Habrá que limpiarlo ¿no crees?Su gigantesca mano me llevó junto al charco. Era increíble que, corriéndose por segunda vez en poco más de media hora, se hubiese mojado tanto. Me colocó de forma que mi cara quedaba a escasos milímetros de sus jugos.-¡VAMOS GUSANO! ¡BÉBETELO! ¡AHORA!Vacilé. Nunca en mi vida había gustado el jugo de una mujer. Silvia entonces hundió mi cabeza en el blanco fluido. Tuve que empezar a tragar el espeso jugo amoroso de mi amiga. Sentí su sabor salobre y salado. la gigante me dejó salir a respirar un instante e inmediatamente volvió a sumergirme en el jugo. No paró hasta que me lo hube bebido todo. Luego me hizo lamer hasta la última gota que quedaba en la colcha. Al fin me elevó hacia su rostro satisfecho.-Así me gusta, pequeño. ¿A qué te ha gustado? Así lo espero por ti porque lo vamos a repetir, JAJAJAJAJA...Así fue, en efecto. Durante el resto de la tarde volvió a obligarme a masturbarla y de nuevo me usó para follarse el culo varias veces. En todas ellas tuve que beberme sus jugos después de que se excitara.

No podía explicarme cómo podía tener tanto aguante para el sexo. Al fin, tras la cuarta o quinta corrida, me dijo:-Bueno pequeñín. Va siendo hora de irse a la cama. Tengo que ver dónde te pongo. Por mí dormirías dentro de mis bragas, junto a mi vagina, para tenerla humeda toda la noche, pero no quiero arriesgarme a que te escapes mientras estoy dormida. Así que tendré que pensar otra cosa.Por fin mirando en su armario encontró lo que buscaba. Eran unas botas de montar, bastante altas. Tomó una de ellas y me dejó caer dentro. El terrible aroma de la bota hirió mi olfato.-Ahí estarás bien. Lo siento por el olor, JAJAJAJA, ¡que descanses, Alberto!, JAJAJAJA...Se alejó. Aunque sólo habían pasado un par de días desde que me había convertido en un ser insignificante me resultó extraño oírme llamar por mi nombre. Enseguida vi que no podría escapar de la gigantesca bota. Era demasiado alta para ser escalada y demasiado pesada para que pudiese volcarla desde dentro. Lo intenté varias veces sin resultado. Al fin me dejé caer en el interior de mi prisión de calzado y el sueño me rindió, pese al espantoso olor a pies y a cuero que me circundaba.Me desperté bruscamente al sentir que caía. Sentí que mi cuerpo chocaba contra el suelo, afortunadamente desde poca altura. Silvia había vuelto la bota, sacándome violentamente de ella. Aturdido miré su figura gigantesca que se erguía ante mí, como un rascacielos humano, ya vestida con su uniforme.-¿HAS DORMIDO BIEN, PEQUEÑO? –tronó su voz desde la altura-. Es hora de irnos. Pero antes te lavaré un poco. Estás hecho un asco.Así era, en efecto. Todo mi cuerpo estaba cubierto de jugos resecos y olía a todos los olores imaginables. la gigante me tomó en su puño, me llevó al lavabo y allí me enjabonó vigorosamente. Luego me colocó bajo el chorro del grifo, que para mí era como una catarata. Gemí de dolor, su violencia y la del agua me hacían daño, pero sólo conseguí risas de mi antigua amiga.-Así está mejor –dijo, secándome con igual violencia con una áspera toalla-, no quiero que las compañeras sepan lo que pasó aquí ayer. ¡Y COMO LLEGUES A DECIRLES ALGO –añadió elevándome hasta su intimidante cara mientras apretaba el puño sobre mi pobre cuerpo-, APLASTARE TU CABEZA ENTRE MIS DEDOS HASTA REVENTARLA Y DESPUÉS DESTROZARE TODO TU CUERPO CON MI PIE!Parecía que mi vida había pasado a ser humillaciones, torturas y espantosas amenazas en aquel gigantesco mundo hostil en el que me había sentido tan bien hasta unos días antes. Me vi de nuevo en el escote de Silvia y nos dirigimos al laboratorio.

Fue otra mañana de interminables pruebas y análisis con mi cuerpo. Pasaba de mano en mano mientras cada una de aquellas crueles gigantas hacía sus investigaciones. Al acabar la mañana mi estatura era más pequeña aún, probablemente no llegaría a los 3 cms. Carolina, que parecía haberse erigido en mi dueña, me tomó entre sus dedos índice y pulgar y me llevó hasta Margarita. Silvia tenía razón: Margarita era la mayor de nosotros, tenía 27 años y era todo un ejemplar de mujer: alta, delgada hermosa y muy sensual. También había sido la compañera con la que yo me había llevado mejor hasta entonces. A diferencia de mis otras colegas, Margarita y yo vivíamos en el propio Centro de investigaciones, en las dependencias que el gobierno ponía allí a nuestro servicio, por lo que nuestras relaciones habían sido muy estrechas y era frecuente que comiésemos y cenásemos juntos, que fuésemos el uno a la habitación del otro para charlar o tomar una copa y cosas así. Secretamente yo albergaba la esperanza de que Margarita me liberase de aquella tortura. ¡Qué equivocado estaba!-Bueno, hoy te toca a ti –tronó la voz de Carolina-, supongo que te asegurarás de poner en su sitio al pequeño gusano, ¿no?Margarita me tomó en su gigantesca y sudorosa mano, mirándome con una sonrisa diabólica en sus labios. Inmediatamente, por la expresión de su cara, me di cuenta de que mis esperanzas eran vanas.-No te preocupes –su voz era como un terremoto-, tengo algunas ideas para este pedazo de mierda. Créeme. Va a desear no haberme conocido nunca.El alma volvió a caérseme a los pies. ¿Era Margarita, mi colega, mi amiga, quien hablaba así? No obstante tuve poco tiempo de mirar su enorme cara amenazante sobre mí. En pocos instantes me vi dentro de los panties de Margarita como lo habia hecho Carolina. Esta vez el trayecto duró poco. Margarita, como he dicho, vivía en el propio Centro y el laboratorio no estaba muy lejos de las habitaciones de los residentes. Cuando llegó a la suya Margarita me puso de nuevo en la húmeda y cálida palma de su mano colosal. Contemplé la habitación que tan bien conocía, convertida ahora en un gigantesco espacio para mí. Aunque a estas alturas ya sabía que sería inútil, comencé a suplicar a mi amiga:-Margarita, por favor... somos amigos... no me hagas daño... vuélveme a mi tamaño normal y déjame marchar... por nuestra amistad...-JEJEJEJE –rió la terrible gigante aturdiéndome- ¿DE VERAS CREES QUE TE DEJARÍA MARCHAR, GUSANO, REPUGNANTE INSECTO TRAIDOR? –su cara se tornó agresiva. Yo temblaba de pies a cabeza-. ERES UN PEDAZO DE MIERDA Y TE VOY A LLEVAR AL SITIO AL QUE PERTENECES.Dicho esto entró en el baño y, sin más preámbulos, me arrojó al inodoro. Afortunadamente caí directamente al agua, sin golpear las paredes. Salí chapoteando mientras la inmensa figura de Margarita me observaba desde arriba.-AHORA VAS A SABER LO QUE ES SER REALMENTE UN PEDAZO DE MIERDA, JEJEJEJEJEVi aterrado cómo levantaba la falda y acto seguido su titánico trasero se sentaba sobre la taza, dejándome sumido en una semioscuridad mientras seguía nadando para no hundirme. El primer obsequio de mi amiga Margarita fue atraparme y meter mi pequeña cabeza en su culo gigante de ahi se tiro unos pedos descomunales, que para mí sonaban como terribles truenos y que de inmediato transformaron el aire en una sustancia fétida irrespirable. Creí que me asfixiaba mientras trataba desesperadamente de contener la respiración. Sin embargo, lo peor estaba aún por llegar. Me volvio al agua y al mirar hacia arriba vi que Margarita estaba soltando otros "regalitos" sólidos esta vez. Dos inmensos troncos malolientes cayeron sobre mí. Uno golpeó estrepitosamente el agua, pero el segundo me alcanzó de lleno por más que intenté evitarlo. Mi cara y todo mi cuerpo se llenaron de mierda. Sentí tal repugnancia que hubiese vomitado si no hubiese estado demasiado ocupado en luchar por mi vida.La sádica gigante se levantó, me tomo y se limpió añadiendo a la mezcla unos cuantos papeles manchados y me miró. Comenzó a reírse estrepitosamente:-JEJEJEJE... AHORA ESTÁS DONDE DEBES Y AHÍ TE VAS A QUEDAR... JEJEJEJE...Se alejó. No volví a verla en un buen rato. Agradecía que no hubiese vaciado la cisterna, aunque tal vez hubiese sido lo mejor para mí. No podía creer que Margarita me hiciese esto. Creo que el dolor moral era aún mayor que el físico. Al menos ya no tenía que nadar todo el tiempo. Pese a lo repugnante que me resultara estar asido a un pedazo de mierda de mi amiga, mi cansancio podía más que mi dignidad. Al cabo de lo que me pareció una eternidad la gigantesca figura de Margarita se sento de nuevo sobre el inodoro. Sin mediar palabra un inmenso torrente amarillo se abatió sobre mí. Aunque ya la experiencia no era nueva para mí, seguía resultando igualmente desagradable como Carolina, empapándome con la fuerza de una catarata. Esta vez casi no me molesté en apartarme del ardiente chorro, sólo traté de que no me diese en el rostro. Además tampoco había mucho sitio para huir. Al fin la gigante terminó su meada y comenzó a reír de nuevo. "Ahora tirará de la cadena y todo terminará para mí" pensé con infinito terror, aunque también con una cierta sensación de alivio. Sin embargo, en lugar de eso, Margarita extendió una de sus colosales manos y, con el menor contacto posible, me sacó de aquel inmundo lugar me puso en frente de su vagina y me dijo - LIMPIALA-
y el papel higienico? le dije
-no, con la lengua antes de que te meta de nuevo y tire la cadena.
Me vi obligado a obedecer limpiando sus restos de orina que eran
de sabor muy fuerte y asido mucho mas que el de Carolina luego saco
un pedaso de caca y me obligo abrir la boca como no queria me apreto
con el puño y me grito ¡¡¡OBEDECE INSECTO!!! no tuve mas remedio
que seder y me hiso comer su mierda por grandes cantidades llegue
incluso a bomitar y la sujeto y me obligo a volver a comerla luego
me dijo -bueno para que no te atores toma y lleno un dedal con unas
gotitas de piss y me obligo a beberlo todo que para mi era como un
litro de piss y me dijo ASI ME GUSTA INSECTO COMO PREMIO NO TIRARE
LA CADENA CONTIGO ADENTRO. Luego vació la cisterna estrepitosamente.-Estás hecho un asco –dijo observándome-. Por mí te hubieses ido con todo esa mierda por el wáter . No mereces otra cosa, pero tal vez a los compañeros les sentara mal y soy una mujer de palabra. Tengo que llevarte vivo de vuelta mañana. Así que vamos a lavarte un poco y a larbarme las manos.Tuve una vez más una sesión de violento lavado bajo el grifo del lavabo. Margarita me enjabonó y me frotó una y otra vez con sus fuertes manos. La verdad es que, dentro de la violencia y el dolor, el ser masajeado por aquellas manos, inmensas, poderosas y suabes resultaba extrañamente erótico. Afortunadamente mi cuerpo no estaba en condiciones de tener una erección. Si no, quién sabe cómo le hubiera sentado aquello a Margarita.Al terminar me secó y me llevó con él hasta el pequeño sofá. Encendió la TV y se sentó. Me puso en el suelo junto a su gigantesco zapato. Por supuesto yo caí tumbado en cuanto me soltó. Mis piernas no podían más.-AAAG, ESTOS ZAPATOS ME ESTAN MATANDO –le oí decir. Mi cabeza miraba al suelo y casi ni quería verlo, pero sentí que se quitaba los zapatos y los calcetines. Margarita tenia problemas de traspiracion ypor lo visto ese dia no se puso talco y un penetrante olor invadió el espacio de la pequeña habitación. De repente sentí que algo me tocaba en la espalda. Continué sin volverme. Entonces el gigantesco dedo gordo del pie derecho de Margarita, casi más grande que yo mismo, me forzó violentamente a darme la vuelta. Quedé boca arriba para ver un instante después cómo Margarita alzaba aquel pie colosal y lo bajaba sobre mi diminuto cuerpo. Levanté estúpidamente los brazos, como si pudiese luchar contra la inimaginable fuerza de aquel pie. Pronto sentí el contacto de aquella planta, suave, húmeda y cálida. El sudor y el increíble olor del pie de la gigante me rodearon. Esperé la fuerza que me aplastaría, pero me equivoqué. Margarita no ejerció presión alguna con su pie. Se limitó a dejarlo reposar en el suelo, conmigo dentro del arco de su planta. Mi pequeño tamaño me salvaba de ser aplastado, pero la respiración era difícil, a lo que había que añadir el irrespirable aroma.Mi sádica ex –amiga me mantuvo bajo su pie titánico toda la velada. A veces movía el pie, frotándolo sobre mi cuerpo, otras veces lo colocaba de forma que mi cabeza quedaba entre sus dedos o presionaba con su dedo gordo amagando aplastarme con él, pero la mayor parte del tiempo simplemente me tuvo bajo su pie, sin dejarme apenas respirar. Me desmayé varias veces y mis fuerzas estaban llegando al límite cuando por fin el enorme pie se apartó de mí. Como en una bruma vi el gigantesco rostro de Margarita. Estaba de nuevo en su mano.-BUENO PEQUEÑO CAPULLO. HABRA QUE IR PENSANDO EN ACOSTARSE. Y YA SE DONDE VAS A DORMIR TU, JEJEJEJE...Tomó uno de sus calcetines y se lo acercó a la nariz.-¡DIOS! ¡ESTO APESTA! ESPERO QUE TE GUSTE EL OLOR, JEJEJE...Me dejó caer dentro del calcetín. Era un calcetín blanco y grueso, de deporte. Estaba muy usado y su tacto era grasiento. Había manchas de sudor por todas partes. El olor era terrible. Asomó su enorme cara a la abertura: -BUENAS NOCHES ALBERTO –dijo con voz de trueno, riendo aún. A continuación ató el calcetín y lo colocó sobre un estante bastante elevado. A través de la tela la vi desnudarse y meterse en la cama. Luego todo quedó en tinieblas.Tardé un buen rato en recuperar mínimamente las fuerzas. El olor era completamente insoportable y aún me sentía mareado. Sin embargo, en mi mente se hizo fija una idea: tenía que escapar de allí. La tela del calcetín era gruesa, pero tenía claro que no luchaba contra el cuero de una bota ni contra los barrotes de una jaula. Empecé a intentar hacer una abertura en la tela con todas mis fuerzas. Era realmente difícil. Varias veces estuve a punto de desistir, pero mi instinto de supervivencia prevaleció y seguí enloquecido tratando de rasgar el calcetín. Al fin el éxito coronó mis esfuerzos. Conseguí abrir un agujero por el que pude deslizar mi cuerpo. Me encontraba ahora sobre el estante. No podía ver nada, pero temblé al imaginarme a la distancia que debía encontrarme del suelo. Sin embargo, yo soy un científico y sabía que la gravedad depende de la masa. Siendo mi peso en aquel momento tan pequeño la caída no tendría tan graves consecuencias como en circunstancias normales. Pese a esta consideración el miedo me atenazaba mientras tanteaba el borde de la estantería con mi diminuto pie, y no me decidía a saltar. "De todas formas –pensé- antes o después mis compañeras van a matarme, estoy seguro. Y sabía que sería de alguna forma terrible, de un pisotón o aplastándome entre sus dedos, o... quién sabe, a estas alturas ya me esperaba cualquier cosa de aquellas gigantescas sádicas. Si había de morir casi mejor matarme estrellándome contra el suelo. Este pensamiento me decidió. Cerré los ojos, apreté los dientes y salté. Estuve en el aire lo que me pareció una eternidad. Al fin sentí el violento impacto contra el suelo y el segundo siguiente tomé conciencia de que estaba aún vivo. Comprobé que tenía contusiones y magulladuras por todo el cuerpo, pero mis huesos habían resistido, como yo esperaba. Me puse en pie. El aire fresco y limpio que respiré fue como una bendición del cielo. ¡Estaba libre! Ahora tenía que conseguir salir de allí.Me encontraba en el suelo de la habitación de mi amiga Margarita, un tanto desorientado en la oscuridad. Tenía que encontrar la puerta. la gigante roncaba en su cama, con unos sonidos que me parecían sobrenaturales, pero que me orientaron al recordar la distribución de la habitación. Tenía que dejar la titánica cama a mi derecha, según me alejaba del estante del que había caído. Por fin divisé la débil luz que se filtraba por la rendija de debajo de la puerta. Corrí hacia ella, ansioso por comprobar si mi diminuto cuerpo podría pasar por aquella rendija. Era un agujero realmente estrecho, pero sin pensármelo dos veces me tumbé y comencé a introducirme en él. Como estaba desnudo, la puerta y el suelo arañaron terriblemente todo mi cuerpo. Gemí de dolor, pero continué luchando y luchando hasta que lo logré. Permanecí tumbado, exhausto, unos minutos sobre el frío suelo de mármol del pasillo del Centro de investigaciones biológicas. De varias partes de mi cuerpo brotaba sangre, de las numerosas heridas que me había producido al cruzar aquella ranura. Afortunadamente ningún corte parecía profundo. Al fin fui levantándome poco a poco, reflexionando sobre cuál sería mi próximo movimiento. Todos los pasillos del Centro permanecían iluminados durante la noche, aunque la luz era muy débil. Mi primer pensamiento fue ir al laboratorio y tratar de alguna forma de recuperar mi tamaño normal, de forma que hacia allí me encaminé, sabiendo que la distancia que normalmente recorría en cinco minutos ahora me iba a llevar bastante más. Sin embargo, según caminaba hacia el que había sido mi lugar de trabajo, me di cuenta de que me iba a ser imposible entrar, ya que la puerta se cerraba de forma completamente hermética. Era natural. A veces trabajábamos allí con gases que podían propagarse peligrosamente. Mi paso fue haciéndose más lento a medida que tomaba conciencia de la situación. No podía esperar ayuda ninguna del Gobierno para el que trabajaba. Mi contacto había sido capturado y, probablemente, ejecutado. Pensé amargamente que él habría muerto limpiamente, en lugar de pasar por las humillaciones a que yo había sido sometido. Sin embargo, deseché el pensamiento. ¡Yo estaba vivo aún y pensaba luchar por seguir estándolo!Necesitaba la ayuda de alguien. Pensé inmediatamente en una de las enfermeras del Centro, una hermosa chica con la que había salido en un par de ocasiones. Ella me ayudaría. Siguiendo mis instrucciones podría hacerse con el antídoto de la reduxona, aunque la verdad es que aún no estaba muy perfeccionado, y devolverme a mi tamaño normal. Luego, escapar del Centro sería pan comido, era una huída que yo ya tenía prevista desde que había empezado a pasar información clandestina. La perspectiva me animó de inmediato y me llenó de esperanza. Eché a correr hacia la zona en que dormían las mujeres del Centro. Sin embargo, al doblar una esquina, mi corazón volvió a paralizarse. Por el fondo del pasillo avanzaba hacia mí una figura de gigantescas proporciones. Me pegué a la pared, respirando ansiosamente. En seguida vi que eran dos figuras: uno de los vigilantes nocturnos del Centro y el perro que llevaba para colaborar con él en su tarea. No sé cuál de los dos titanes me impresionó más, el hombre o el animal. Permanecí allí, aterrado, con el corazón latiéndome violentamente en el pecho, mientras el colosal vigilante y su perro se acercaban.me quede inmovil y lo que es peor un colosal pies quedo frente a mi ¿adonde crees que vas insecto? me dijo Margarita atrapandome en su puño. Te vas de vuelta y para que no te vean, entra; y me metio enterito dentrode su expectacular trasero y en el trayecto se tiro como 3 pedos para torturarme. Espera que las chiquillas se enteren de esto mañana.

Al dia siguiente me llevo al laboratorio y fue el turno de Patricia como era mala y me debia castigar, tenia pensado hacerme todas las maldades que se pueden imaginar; ademas, hace 3 dias que no se duchaba y no se cambiaba ropa interior. Me metio dentro de sus panties dejandome apegado a sus braguitas ediondasos a sudor y a piss. De los tres anteriores trate de alejarme de ellos, pero sus panties eran muy ajustadas.

Por fin llegamos a su casa y se quito las panties yo estaba medio ahogado y aturdido con el olor ella sonrio y me dijo ¿COMO ESTUVO EL VIAJE INSECTO?, TE GUSTO EL AROMA DE MIS CALZONES? PORQUE HACE DIAS QUE NO ME CAMBIO Y NO ME GUSTA SECARME CUANDO VOY A MEAR. CUANTO ME DUELEN LOS PIES -se quito un zapato- Y AHORA INSECTO, QUIERO QUE ME HAGAS MASAJES EN LOS PIES; sus pies estaban muy sudorosos y comenCe a masajearlos con miS diminutas manos, pero me empujo y puso su enorme pie sobre mi y me dijo ASI NO, CON LA LENGUA. LAMELOS, LOS QUIERO MUY LIMPIOS YA QUE NO ME DUCHE HOY. Y EN EL LABORATORIO HUBO 32 GRADOS Y SUDE COMO NUNCA. Si su olor era fuerte su sabor lo era peor, muy salado y tan humedo que algunas gotas eran tan grandes para mi que podia casi beberlas .Ella me dijo, PARECE QUE NO LO DISFRUTAS MUCHO. LO HAREMOS MAS INTERESANTE y saco de su bolsillo un poco de la formula y me la dio dejandome de 3 cm de estatura JIJIJIJIJI AHORA PUEDO ATRAPARTE CON LOS DEDOS DE MIS PIES. LAMELOS, SACAME TODO EL SUDOR NO. TE DEJARE SALIR HASTA QUE LOS SIENTA LIMPIOS; y asi lo hice. Tuve que lamer cada milimetro de en medio de sus dedos estando muy humedos y ahora sí que las gotas eran gigantescas; eran como vasos de sudor que me tenia que beber despuer de casi una hora de trabajo. Y ella riendo me dijo LO HAS HECHO BIEN. TE GANASTE UN PREMIO. ABRE LA BOCA Y POBRE DE TI QUE LA CIERRES. Entonces Patricia me acerco a sus hermosos y rojos labios y dejo caer una enorme gota de saliva la que tapo toda mi cara y lleno toda mi boca . A QUÉ ESPERAS? TRAGATELA. Me la tuve que beber, y cuando terminaba me ordenaba abrir la boca otra vez y repetia el ejercicio. Lo hizo como cinco veces dejándome totalmente satisfecho por beber tanto liquido. BUENO TE GANASTE LAMER UN LUGAR ESPECIAL , y abrio su axila, la cual estaba humeda por el calor; y me ordeno limpiarla hasta que desapareciera el sudor. El olor era insoportable, pero qué podia hacer?. Ahora solo bastaba que uniera el indice y el pulgar para que me triturara. Una vez que acabe con una seguiría con la otra, ademas de burlas y risas JIJIJIJI, ¿ TE GUSTAN MIS OLORES? Y MIS LIQUIDOS ?ESTAMOS RECIEN COMENZANDO. Asi que estuviste de espalda cuando te guarde en mis panties. ¿Acaso no te gustan mis aromas? te cuento que hace tres dias que no me ducho y no me cambio este calzon; ¿ quieres comprobarlo otra vez?- me tomo bruscamente y me dejo pegado a su calzon; su olor era fetido: una mezcla entre piss y sudor. Ademas no me dejaba mover y mi cara la dejo pegada a él. Era mi fin. Moriria asfixiado en un calzon gigante sin poder hacer nada. Pero ella me solto y me dejo en medio de sus piernas abiertas. Luego me ordeno que tambien limpiara su entrepierna que tambien poseian liquido de sudor. Bien, comenzemos con los juegos otra vez. Dicho eso me llevo con ella al baño y me metio en un pequeño frasco, luego lo dejo en el suelo y, como lo habia hecho Carolina, orino dentro de él dejandome nadando dentro .LUEGO METIO SUS DEDO Y ME SACO, SE SENTO DE PIERNAS ABIERTAS EN EL WATER Y ME DEJO EN FRENTE DE SU GIGANTESCO COÑO Y ME DIJO ¡¡¡QUE ESPERAS PARA LIMPIAME!!! estaba todo humedo con gotas del porte de mi cara con un piss muy fuerte y asido tuve que lamer cada milimetro de su gigantesco coño, que era como una gran cueva para mi, hasta que quedo limpio. Me dijo,TE GANASTE UN PREMIO. Una vez dicho eso, se puso de pie y levanto sus calzones; luego abrio la parte de atras y me dejo caer dentro, quedando en frente de su espectacular culo. Al estar atrapado entre esos dos gigantescos muros de carne ya me inmagine lo que haria, asi que me prepare a aguantar la respiracion. Y asi fue. Un largo y fuerte pedo salio de ella con un olor irrespirable. Comence a moverme para tratar de salir y le gritaba que por favor me dejara salir, pero ella no escuchaba mi debil voz y se reia por que sentia cosquillas. Despues de unos minutos me saco para que no me asfixiara y me dijo:QUE TAL INSECTO, TE GUSTO? ESPERO QUE SI. MIRA QUE CADA VEZ QUE QUIERA TIRARME UNO TE METERE AHI DENTRO. Y AHORA,AL AGUA, O MEJOR DICHO AL PISS JIJIJIJI. Una vez dicho esto me sumergio en le frasco con piss y me obligo a beber grandes cantidades. Era muy fuerte y salado, y tenia miendo de intoxicarme. Tambien se entretenia sumergiendome con su dedo gigante y no podia hacer nada con mis diminutos 3 cm.

Luego me llevo al dormitorio y me dejo sobre su cama para desnudarse. Pese a toda su maldad, Patricia desnuda parecia toda una diosa: unos enormes senos, un hermoso trasero, esplendida cintura y hermosas piernas. Me dijo: SABES QUE ME GUSTA MASTURBARME TODAS LAS NOCHES?. PERO ESTA NOCHE SERA ESPECIAL. Tomó la formula y me dejo de 10 cm luego saco del cajon un preservativo y me metio en él. JIJIJIJIJI PARECES UN GUSANITO BUENO INSECTO. LE DAREMOS UN BUEN USO A TU NUEVA FORMA. Dicho esto, me tomo en su mano se abrio de piernas y sin piedad me metio dentro de su vagina hasta el final quedando solo mis pies fuera. Trataba de salir pero era inutil, y esos movimientos para ella eran como un vibrador. Luego me saco y me giro. Ahora metio primero mis pies dentro de ella, y asi me comenzo a meter y sacar HOOOOOOOOOO SIIIIIIIIII SIIIIIIIIIII LAMEME EL CLITORIS Y MUEVETE DENTRO DE MI INSECTO, ES UNA ORDEN. quede completamente dentro de ella y solo mi cabeza estaba afuera. Me acerque a su gigantesco clitoris y lo lami con mi diminuta lenguita. Ella se exito mas y mas hasta que acabo y me baño con sus jugos; luego me saco y me ordeno limpiarla. BUENO ENANITO HAY QUE DORMIR POR QUE MAÑANA NUEVAMENTE LE TOCA A CAROLINA.COMO HOY HACE CALOR VOY A DORMIR DESTAPADA ¿SABES POR QUE? ADIVINA DONDE DORMIRAS TU ¡¡¡DENTRO DE MI VAGINA!!! Y ASI FUE. METIO MIS PIES PRIMERO Y ME SUMERGIO MAS Y MAS HASTA QUE MI CABEZA SOLAMENTE QUEDARA AL AIRE. QUE ESTES BIEN, NOS VEMOS MAÑANA. TE CUENTO QUE SOY BUENA PARA MEARME EN LA NOCHE, ASI QUE SI SE ME ARRANCA UNA MEADA CORTITA TÚ TE LA BEBERAS PARA QUE NO MANCHE LA CAMA.

Asi ella se quedo dormida y yo por el cansancio tambien, pero fui interrumpido como 3 o 4 veces ya que se le arrancaban meadas que me tenia que beber, si no me castigaria por la mañana.

Ella desperto en la mañana y me vio dentro de ella se levanto y no me saco de ahi y me llevo dentro de ella al laboratorio. Cuando las otras preguntaron donde me encontraba ella las invito a ir al baño y me mostro donde me encontraba. Veia a las tres gigantes burlandose de mi y riendo y ya que estaban en el baño secaron el water me metieron adentro y una a una se sento ya sea para hacer pis caca o las dos cosas y Carolina me dijo AHI TE QUEDARAS TODO EL DIA. A LA TARDE TE VENGO A BUSCAR. ADEMAS PARA QUE LO LLENEMOS MAS CON EL TRAYECTO DEL DIA, JIJIJIJI.

bueno amigos esa es mi historia actualmente sigo siendo el juguete
de estas cuatro crueles mujeres siempre inventando torturas una peor
que la otra e incluso usandome como sentro de entretencion en las
pijamadas pero eso es parte de otra historia.

FIN

1 comentario:

Farivas dijo...

Leí todo.

Hola, soy Farivas, soy un gigáfilo (tengo fantasías sexuales con mujeres de gran tamaño).

Honestamente, pienso que los hombres masoquistas (como tú) tienden a utilizar mi fetichismo (gigafilia) para esquematizar vuestra "inferioridad" mediante la diferencia abismal de tamaño, y tu relato es justamente un ejemplo de lo que yo he teorizado sobre vosotros los masoquistas.

Gracias por compartir tu fantasía, aunque a mí en lo personal me desagradó. Digo que me desagradó por el hecho que el protagonista haya sido tan sumiso, mis gustos son distintos, prefiero que tanto el hombre como la mujer se respeten mutuamente aunque haya diferencia de tamaños considerable.

¡Un aplauso para tí!